Estereotipos sociales.
Camino por el centro de Rosarito exactamente frente al restaurante nido, por ese pasillo decorado con madera oscura y arcos de ladrillo. Los turistas van y vienen, ha llegado Xochilt una joven que lleva en sus manos una canasta con pan, con una larga y colorida falda un reboso oscuro y dos trenzas muy largas, sus guaraches desgastados demostraban lo mucho que caminaba, su piel morena reflejaba su trabajo ardúo bajo el sol.
A todos los turistas les ofrece su pan, tiene un fruncido en la frente y una voz muy sumisa que dice” gusta llevar pan” pero su mirada es fija como diciendo “no te vayas sino me compras” y en eso se atraviesa con la canasta.
Aun sigo caminando, estoy muy cerca de donde esta Xochilt, detrás de mi a una corta distancia viene un grupo de americanos, me detengo cerca de su canasta, el olor irresistible a pan recién hecho y entre conchas y cuernos alcanzo a ver una esponjosa dona de chocolate mientras me la saboreo, me esculco las bolsas del pantalón, pero Xochilt se ha ido va tras los americanos a pesar de que vio que yo quería comprarle un pan.
Xochitl aferrada a que le compraran pan caminaba entre ellos y uno de los americanos muy molesto le grita “no” ella sigue ofreciendo sin importarle, trato de alcanzarla, pero entre el tumulto de la gente se me pierde de vista.
Entendí que era una cadena de prejuicios Xochitl no me vendía por ser mexicana y pensaba que no llevaba dinero (o algo así) y los turistas ni siquiera la tomaban en cuenta tal vez por ser morena , por molestarlos o simplemente por indiferencia.
Camino por el centro de Rosarito exactamente frente al restaurante nido, por ese pasillo decorado con madera oscura y arcos de ladrillo. Los turistas van y vienen, ha llegado Xochilt una joven que lleva en sus manos una canasta con pan, con una larga y colorida falda un reboso oscuro y dos trenzas muy largas, sus guaraches desgastados demostraban lo mucho que caminaba, su piel morena reflejaba su trabajo ardúo bajo el sol.
A todos los turistas les ofrece su pan, tiene un fruncido en la frente y una voz muy sumisa que dice” gusta llevar pan” pero su mirada es fija como diciendo “no te vayas sino me compras” y en eso se atraviesa con la canasta.
Aun sigo caminando, estoy muy cerca de donde esta Xochilt, detrás de mi a una corta distancia viene un grupo de americanos, me detengo cerca de su canasta, el olor irresistible a pan recién hecho y entre conchas y cuernos alcanzo a ver una esponjosa dona de chocolate mientras me la saboreo, me esculco las bolsas del pantalón, pero Xochilt se ha ido va tras los americanos a pesar de que vio que yo quería comprarle un pan.
Xochitl aferrada a que le compraran pan caminaba entre ellos y uno de los americanos muy molesto le grita “no” ella sigue ofreciendo sin importarle, trato de alcanzarla, pero entre el tumulto de la gente se me pierde de vista.
Entendí que era una cadena de prejuicios Xochitl no me vendía por ser mexicana y pensaba que no llevaba dinero (o algo así) y los turistas ni siquiera la tomaban en cuenta tal vez por ser morena , por molestarlos o simplemente por indiferencia.
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