jueves, agosto 03, 2006

Orleth Yazminth

Orleth Yazminth

*** CAMINANDO ENTRE EL MUNDO


*** Mujeres y su sexualidad

La sexualidad es parte integral del ser humano desde que nace y a lo largo de toda la vida. En la adolescencia la sexualidad se manifiesta en gran medida a través de los cambios físicos del cuerpo y en los cambios en la manera de pensar y relacionarse con los demás. En esta etapa entran a escena muchas sensaciones que el cuerpo experimenta cuando se exploras y/o ante la imagen, olor, cercanía y contacto de una persona que atrae.

Fijar un día determinado a la semana para el amor significa, en primer lugar, negar esta igualdad. Porque aunque a veces ambos coincidan en su disposición para amar, es poco frecuente que los dos protagonistas se sientan con el mismo deseo un día determinado programado fríamente con anticipación.

Desde siglos atrás, y por un acuerdo tácito entre el hombre y la mujer, la iniciativa del juego es masculina. Por ello, es el hombre el que inicia el rito del sábado (o de cualquier otro día) y quien hace que la mujer acepte su imposición en la fecha que él estime conveniente. Muchas veces el hombre actúa pensando únicamente en él, busca su satisfacción sin preocuparle si la mujer esta en disposición de aceptarlo o no. Es posible que en ciertos días la mujer no se encuentre apta para la vida íntima, emocional o físicamente.

¿Cuales son las consecuencias?

Todas negativas. Los médicos afirman que la represión y la falta o participación limitada de la mujer en la vida conyugal íntima es la causa principal de muchas enfermedades sicosomáticas de muchos trastornos fisiológicos femeninos.

Los sicólogos también están de acuerdo que esta es la razón principal por la que muchas mujeres, a determinada edad, desarrollan las más diversas neurosis. Se inicia así una reacción en cadena de causa y efecto que, en muchos casos, puede destruir la más sólida unión matrimonial.

En algunos casos, la mujer acepta la imposición de su esposo. En otros, busca la verificación de su feminidad y una venganza contra aquel que la ignora en un aspecto tan fundamental para la vida conyugal.

El deseo sexual no puede ser constante, ni en el caso del hombre ni en el de la mujer. Lo importante es respetar los momentos de cada uno... y saber cómo avivar el fuego en el momento adecuado.

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